Virtud militante, contra las quatro pestes del mundo, 1651
Se reseña aquí la edición príncipe de Virtud militante, contra las cuatro pestes del mundo … tratado moral de Quevedo a modo casi de sermón, donde muestra su erudición religiosa. Parece que se basa en un manuscrito conservado de la pluma del propio autor. Esta edición primera, en octavo, salió de la imprenta zaragozana de los herederos de Pedro Lanaja, en 1651, y de ella que nos constan pocos ejemplares conservados. Esta edición tendría dos emisiones en las que variaban las dedicatorias. La obra se imprimió posteriormente en varias ocasiones pero ya siempre como colección, no como obra suelta.
Este impreso constituye un compendio del discurso religioso moral de Quevedo que fundamenta en el modo argumentativo. El propio autor consideraba la obra como tratado moral, en el sentido de obra didáctica. De hecho, cada una de las cuatro pestes siguen una disposición próxima a la de un sermón. Como novedad respecto a la obra de Quevedo, parece que existe un distanciamiento con el estoicismo del que hacía gala el autor en su juventud, aproximándose aquí a la ortodoxia católica. A ello podemos añadir un deseo de hacer alarde de su erudición eclesiástica, que algunos habían puesto en duda, según recoge Alfonso Rey en su edición crítica de la obra, donde hace un estudio sistemático de la misma. Este mismo autor supone que dos obras independientes constituyen este tratado: Virtud militante … por un lado y Las cuatro fantasmas de la vida, por otro, aunque lo cierto es que todas las ediciones lo consideran como una sola obra.
La edición que comentamos es la príncipe de 1651, en octavo, basada seguramente en uno de los dos manuscritos de la obra escritos por el propio Quevedo. No obstante la edición impresa pierde algunos elementos del manuscrito: no hay prólogo ni dedicatoria general a Pedro Pacheco ni otras dedicatorias variantes. De esta misma edición existen dos emisiones distintas, con dedicatorias a diferentes personajes en la portada y en los preliminares. La mayoría de los escasos ejemplares conservados están dedicados, como este que reseñamos conservado en la Biblioteca de la Universidad Carlos III, al “señor Don Gregorio de Tapia y Salcedo”, precedida dicha dedicatoria de las correspondientes licencias. Además de las dos emisiones distintas, también hay diferencias en cuanto a errores de paginación dentro de la misma edición. Por otro lado, no parece que hayan existido más ediciones sueltas que esta primera, ya que las demás posteriores conocidas se publicaron en colección junto a otras obras de Quevedo. De entre ellas, quizás la más reseñable por su calidad sea la de 1772 salida del taller de Ybarra. Volviendo a esta primera edición, Nicolás Antonio la recoge en su Bibliotheca Hispana Nova, aunque éste consigna por error, como otra obra independiente, la oración final de Las cuatro fantasmas.
Se imprimió en Zaragoza, por los herederos de Pedro Lanaja, miembro de una saga de impresores en esa misma ciudad. Desde 1663 serían sus herederos quien continuaran con su empresa, conservando el cargo de impresores del Reino como consta en la portada orlada de este libro. En ella también figura la mención Roberto Duport, mercader de libros, a costa de quien se hizo la edición.