Plantas fósiles, 1850?
Este manuscrito sobre plantas fósiles fue escrito e ilustrado por Joaquín Ezquerra del Bayo (1793-1859), uno de los ingenieros de minas españoles más importantes del siglo XIX, junto con Casiano de Prado.
Además de su reconocida reputación como ingeniero, -llegó a ser nombrado Inspector General del Cuerpo de Ingenieros de Minas, profesor y autor de obras tan consultadas como su conocido manual Elementos de laboreo de minas-, fue también un excelente dibujante, arte en el que se formó con el pintor Vicente López.
Tan singular obra se conserva en la Universidad Politécnica de Madrid, en su sede de la Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía.
Habla este original de una persona que dedicó su esfuerzo personal a realizar un trabajo que, en opinión del lector, le satisficiera completamente. De aquí su carácter exhaustivo. También buscó la aplicación didáctica de su obra, más todavía si se toma en consideración su dedicación docente: fue profesor de Mecánica y de Laboreo en la Escuela de Minas de Madrid, materias, especialmente la primera, muy alejadas de la paleontología que debió constituir un punto de afición notable.
En su obra no se centra en aquellos aspectos de la paleobotánica más directamente aplicables a la minería de los recursos, por ejemplo la flora del Carbonífero, hace un recorrido notable por el reino vegetal. La nomenclatura de géneros y especies es extraordinariamente correcta siguiendo la norma científica. Es obvio que en aquella época no había posibilidad de copiado mecánico, entiéndase fotografía o fotocopia, de las figuras que posiblemente toma de otros autores, de manera que algunas de ellas son claramente de su propia mano y otras, posiblemente, tomadas de otros autores. No hay duda de que sus esquemas resultan, en muchos aspectos, más clarificadores ya que tiende a destacar aquellos aspectos anatómicos más sobresalientes.
El libro refleja también, como no puede ser menos, algunas de las limitaciones de la Paleontología de la época ya que incluye los graptolites en el Reino Vegetal cuando ahora se sitúan en el Reino Animal.
Está claro que Ezquerra del Bayo poseía un nivel cultural elevado: dominaba ampliamente varias lenguas: latín, alemán y francés, además de su lengua madre, el castellano. Que dominara el latín que fue empleado como lengua universal por los paleontólogos para la descripción sistemática es normal ya que en aquella época el latín constituía parte fundamental del bagaje de los bachilleres, el francés era la lengua culta del momento y, de hecho, un buen número de descripciones genéricas aparecen en francés; Ezquerra del Bayo también dominaba el alemán y, de hecho, publicó un libro que trataba de sus viajes por tierras germánicas. Es obvio que no consultó obras en inglés o si lo hizo no las consideró importantes.
Como resultado final de su trabajo está este cuaderno en el que latín, alemán, francés y castellano se alternan alegremente. Resulta sorprendente que Ezquerra del Bayo matiza y corrige algunas de las descripciones diagnósticas, entre paréntesis y en castellano. Este libro sitúa a Ezquerra del Bayo en el grupo de ingenieros de minas con inquietudes científicas y, no precisamente, en los últimos puestos de este pretendido escalafón.