Breve tratado que contiene la medida de un baciado …, 1665 – 1700?
El interés de este manuscrito dedicado a la presa del Mar de Ontígola, cerca de Aranjuez, radica no solo en la singularidad del tema tratado -el mayor embalse de la época, creado a partir de la presa que Felipe II había ideado hacia 1552-, sino en la forma científica de abordarlo, en clara sintonía con una práctica más científica y de racionalización que caracteriza al hombre del Renacimiento, reforzando el avance técnico propio de la ingeniería y reflejando el cambio de mentalidad de la época.
La biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, de la Universidad Politécnica de Madrid, custodia y conserva tan interesante y desconocido documento para la comunidad científica.
El “Mar de Ontígola” así llamado por su gran tamaño, se encuentra cerca de Aranjuez y era el mayor embalse de la época, creado a partir de la presa que Felipe II había ideado hacia 1552, ordenando su construcción definitiva a Juan Bautista de Toledo, y que terminaría una década más tarde Juan de Herrera. Formaba parte del ambicioso proyecto hidráulico creado en torno al Real Sitio, pues no solo dependería de él la existencia de las huertas y jardines arancetanos, sino también el programa lúdico que se celebraba en su seno, a través de las islas artificiales configurando un espectacular complejo festivo muy del gusto de los príncipes renacentistas europeos.
El manuscrito, no fechado, pero redactado sin duda durante el último tercio del siglo XVII, bajo el reinado de Carlos II, hace referencia precisamente a la operación de obtención de tierras para la formación de una de esas plataformas artificiales que configuraron el paisaje histórico de Aranjuez.
En efecto, el documento recoge un breve tratado sobre el vaciado de un monte situado en la vertiente meridional del Mar de Ontígola muy novedoso para la época. La justificación geométrica de los volúmenes excavados es una práctica excepcional hasta la fecha, según reconoce su autor, Bernavé González, maestro mayor y aparejador de las Obras Reales de Aranjuez, «que rara o ninguna bez se abra ofrecido». El objeto de tal vaciado era la creación de una plaza «que en ella se sirve de tener fiestas reales». Probablemente, esta actuación completase la realizada en 1625, cuando se construyó una isleta que acogía un cenador para celebraciones y al este una plaza de toros, «atarazana para las falúas y un jardin» como relata Álvarez de Quindós en su Descripción Histórica de 1804.
Aunque las actuaciones de mantenimiento y reposición de las obras hidráulicas del Real Sitio han generado una amplia documentación, no era práctica común elaborar un informe técnico justificando tan detalladamente las excavaciones, y aún menos el manejo de principios geométricos de cierta complejidad. El tratado justifica, mediante la aplicación de criterios geométricos, la cubicación del monte, incorporando tablas y láminas con los cálculos y dibujos realizados para tal fin.
Adicionalmente, el documento incluye un último capítulo relativo a la nivelación de la fábrica de un tramo de la Real Acequia del Jarama, que según Alvarez de Quindós, se estaba construyendo «en la villa de Cienpozuelos».
El manuscrito, dedicado a Don Francisco de Castro Vela, fue donado a la biblioteca de la Escuela de Ingenieros de Caminos en 1896 por el ingeniero Evaristo Churruca.